sábado, 8 de febrero de 2020

"Siempre que pienso en Cataluña, me veo en Tarragona, balcón de maravilla sobre el mar suspendido allá abajo, rutilante de azul, lleno de gracia y hermosura. Nada como aquel alto de la ciudad romana para dejar caer los ojos en el Mediterráneo, cuna sagrada de la luz, del preciso perfil, del color, de la plástica, del orden, de la armonía. Por él arribó Grecia hasta la roca o la arena tendida de estos litorales, trayendo luego Roma, con la espada de Marte y el fino olivo de Minerva -abogada de los canteros y maestros de obra-, la mano elevadora de los templos, de los arcos de triunfo, las termas, los teatros, los puentes, los acueductos, las calzadas y vías militares."
Rafael Alberti, 1968


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